Guillermo Badenes es traductor público nacional de inglés y profesor de Lengua y Literatura Inglesa (Universidad Nacional de Córdoba, UNC), Bachelor of Arts – English (Whitman College), Magíster en Inglés con Orientación en Literatura Angloamericana (UNC), y Máster en Política y Gestión Universitaria (Universidad de Barcelona). Es docente e investigador con 20 años en la UNC. Se desempeña asimismo como traductor literario independiente.
En el terreno de la docencia, es profesor de Traducción Periodística y Traducción Literaria a nivel de grado en la UNC y de Traducción de las Humanidades y Narrativa y Teatro Contemporáneos en Lengua Inglesa a nivel de posgrado. Cuenta con publicaciones académicas y traducciones periodísticas nacionales e internacionales. Ha publicado libros de teoría de la traducción (como Traducción periodística y literaria, Comunicarte, 2007) además de diversas traducciones de antologías de poesía y prosa (incluyendo El viejo sofá azul, Anábasis; 2004; Voces del norte, Ícaro, 2009; y Qué onda Canadá, Comunicarte, 2011). En 2021 publicará un nuevo volumen de ensayos de Traducción Literaria coeditado con Josefina Coisson.
Como investigador, dirige el grupo de investigación «La traducción de sexualidades en tensión en textos literarios feministas y LGBT+» con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC.
Si bien la trayectoria de Guillermo (y su facilidad de palabra, ¡digámoslo todo!) daría para 3 horas de entrevista si se pudiera, lo invitamos para concentrarnos en un tema que hemos tocado poco y nada en nuestro pódcast: la investigación en la traducción.
Ya empezamos riéndonos de que en vez de pantuflas se puso zapatos de puro rebelde y para aprovechar la ocasión de usarlos. Y cuesta imaginar a alguien tan extrovertido haciendo un trabajo tan para adentro, ¿no? Pero ¿por qué no?, nos espeta Guille. Y agrega que un traductor se inclina por la investigación porque tiene preguntas en su profesión. En su caso la pregunta fue: ¿por qué leemos lo que leemos y del modo en que lo leemos en una traducción, y qué estaba pensando la persona que hizo la traducción cuando la hizo? Y como bien detalla Guillermo, todas las personas tenemos una subjetividad, un background, eso que pensás, cómo te criaste, cómo te deconstruiste, y desde ese lugar te hacés preguntas. Y la base de la investigación es hacerse preguntas, así que, ¡voilá!
Todo comenzó para él con la primera traducción que hizo de un libro de cuento, libro que le regaló a medio mundo, confiesa. Y una de sus amigas le preguntó cuál era la palabra original para la que él había traducido «repimporotear». Y ahí cayó en la cuenta de que esta palabra tan linda la usaba su mamá y por eso él la tenía en su vocabulario. Así que, Guillermo afirma que en cierto modo, las traducciones a veces hablan más de nosotros de lo que creemos.
En cuanto a la investigación que está dirigiendo, «La traducción de sexualidades en tensión en textos literarios feministas y LGBT+», Guille nos cuenta que es un proyecto que viene concatenado con otros anteriores en donde investigaron «La traducción literaria desde los márgenes culturales» y «La traducción literaria devenida activismo político». Para explicar el porqué de este nuevo proyecto, arranca con la frase: los traductores somos los inventores de Dios. Ahhh, la pipetuá, que se me repimporotea todo, ¡ja! Claro, explica, si pensamos en cualquier libro sagrado que hayamos leído, todos son producto de traductores, de personas que le pusieron su impronta, su pensamiento y su interioridad a esos textos. Y muchos de esos pensamientos son heteronormados y hegemónicos, agrega Guille, y ahí reside el puntapié de la investigación. ¿Qué tal? Interesante, ¿no?
A raíz de los tiempos de deconstrucción que corren, trae a colación el ensayo que presentó en Canadá sobre su investigación del uso del enfatizador «puto» como traducción del término fucking (y toda la variedad de alternativas con freaking, frigging, etc.). El análisis surgió porque este epíteto se repetía constantemente en la traducción al español de una novela de temática LGBTQ para adolescentes. La anécdota completa es mejor escucharla porque él la cuenta con mucha más onda, pero más o menos entendés por dónde va el asunto de ahondar en las palabras que usamos y por qué, ¿no? Y Guille recalca que este tipo de investigaciones no busca acusar ni demonizar al traductor (o traductora, en este caso), sino invitarnos a hacernos preguntas y a repensar nuestra labor.
Si bien Guille opina que la sociedad está avanzando en cuanto a tomar conciencia y repensar ciertas cuestiones, también hace hincapié en que muchos de nosotros nos formamos como profesionales hace 10 o 15 años, y nuestros profesores hace 30 o 40 años, y que es muy común darle más crédito a la autoridad académica (por ejemplo, un profesor) que a lo que dicen tus pares o tus padres. Entonces, ¿es posible que repitamos patrones opresivos sin darnos cuenta? Volviendo al uso de «puto» como enfatizador, ¿sería un error de sentido o una cuestión de estilo? Y si fuera de estilo, ¿acaso el estilo no crea significado? Claro que sí lo crea, afirma Guille, y por eso quienes traducimos y creamos sentido tenemos que tener siempre en claro que las palabras no son inocentes.
Ya que estábamos, sacamos el tema del poema de Amada Gorman, que generó mucho revuelo en todo el mundo y puso a la traducción en primera plana. El debate es largo y tiene muchas aristas, así que simplemente charlamos un ratito sobre las impresiones que nos generó todo ese escandalete. El profe Guille siente que quienes traducimos no debemos restringirnos, sino tener bien en claro el trabajo que estamos haciendo.
Haciendo un poco de memoria sobre el camino profesional y las crisis, Guille recuerda una anécdota graciosísima con una traducción de “Los Teletubbies”, y el aprendizaje que nos comparte es que siempre vamos a cometer errores, pero hay que aprender a soltar la culpa, por más experiencia que tengamos, capitalizar la lección y seguir adelante para salir fortalecidos.
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