Con pantuflas de Totoro una, y pantumedias que dicen “coffee time” la otra, vienen a charlar con nosotras Laura Cariola y Soledad Martín, un team de traducción-revisión de webcómics que te van a volar los pelosssss. Gasp!
Laura Cariola es TTCL egresada en 2010 del Spangenberg. Ejerce la profesión hace 6 años, y hasta ahora incursionó en traduccion técnica (lo que dé), editorial, de videojuegos y webcómics. Hace casi dos años se dedica casi exclusivamente a webcómics. Colabora en la AATI desde hace 7 años y es miembro de su comisión directiva hace 3. Cuando no está traduciendo (¿cuándo no está traduciendo?) lee, se dedica a su huerta orgánica y rescata gatitos.
Soledad Martín es traductora pública, literaria y técnico-científica de inglés egresada de la Universidad de Belgrano en 2014. Ejerce la profesión desde hace 7 años y en ese tiempo realizó diversos cursos de especialización en traducción literaria y localización de videojuegos. En 2018 cursó la Carrera de especialización en traducción literaria de la UBA (CETRALIT). En la actualidad, se desempeña como revisora in-house de proyectos de traducción de webcómics. En su tiempo libre disfruta de sus tres pasiones: el anime, el manga y los videojuegos.
Sole arranca contándonos que los webcómics son historietas que se pueden leer en internet y que se crean específicamente para ser consumidos en sitios web y aplicaciones móviles. Y ya con eso nos damos cuenta de que estamos frente a algo distinto de los cómics y mangas en papel, ¿no? Por ejemplo, agrega Sole, el desplazamiento de las páginas en vez de ser horizontal es vertical porque está hecho para los celulares, y eso cambia la manera en la que los lectores van avanzando en la historia y van viendo lo que va pasando. Incluso, algunos artistas toman esta particularidad para lograr efectos de lectura con movimiento, o ilusiones ópticas. ¡Flashero!
Al ser pensados para leerlos en medios digitales, el formato invita a incorporar otros recursos como elementos 3D, animaciones, música, efectos de sonido y muchos trucos más que le permiten a cada artista destacarse del resto. Incluso dice que algunas plataformas tienen opciones interactivas que se asemejan más a un videojuego que a un cómic. Por todas estas características, Sole dice que el formato se aleja un poco del cómic y se parece más a un contenido audiovisual.
Pero las diferencias entre cómics tradicionales y sus primos de la web no terminan ahí. También cambia la forma en que llegan al público. Los de papel pasan por editoriales que compran la licencia original y luego los traducen, distribuyen, etc. En el caso de los webcómics, en cambio, los artistas suben sus obras a una plataforma, y si les va bien, la plataforma les ofrece un contrato para realizarlo y publicarlo como cómic oficial, o sea que es la plataforma la que encarga las traducciones a los idiomas que tienen disponibles. Y no siempre es a todos los idiomas, agrega Sole, porque se hacen estudios de mercado con grupos focales en Latinoamérica para determinar qué serie tiene potencial o puede llegar a pegarla acá en América Latina y quizás no tanto en un país del sudeste asiático.
Desafíos hay un montón, como ya te vas dando cuenta. Laura nos cuenta que cada tanto cambia de rubro y se da cuenta de las restricciones y también libertades que tiene con los webcómics. Una de esas libertades es la posibilidad de usar regionalismos o expresiones idiomáticas que se nota que son más coloquiales o regionales, pero que cuadran perfecto en el webcómic y que son bienvenidos, incluso. Y aunque pueda parecer algo liberador, no es tan fácil dejarse llevar, ¿viste?
El desafío de las cuestiones culturales está siempre y los webcómics no se quedan atrás. Y los ejemplos que da Laura sobre las tiras de Corea y lo escatológico no tiene desperdicio. ¡Te vas a cagar de risa! Otro de los desafíos que plantean los contenidos coreanos tiene que ver con los honoríficos, que gracias a Laura nos enteramos de que hay un montón y hasta nos enseña lo que significa “opa” en el hit Gangnam Style. (¡voy a bailar un rato y vuelvo!)
La parte técnica también tiene sus momentos difíciles, como por ejemplo, cuando el artista decide que una onomateya dure varios cuadros y a vos te aparecen así en la CAT Tool. Por eso siempre hay que tener el original a mano, dicen las chicas.
Las onomatopeyas son un capítulo aparte porque nos cuentan las chicas que en los webcomics abundan (especialmente en los coreanos) y muchas de ellas pueden significar distintas cosas según el contexto o el artista, o sea que no hay una traducción fija a veces, y hasta se inventan sonidos que luego hay que localizar (e inventar, claro). Sole tira un tip genial, y es buscar efectos de sonido en Youtube, lo que nuevamente cruza a este género con el terreno audiovisual.
Laura dice que empezar a trabajar en esto fue un viaje de ida y se volvió superfán, así que su recomendación para entrar y permanecer en este mundillo es empaparse del tema, leer muchos webcómics en tu idioma materno y en el idioma extranjero y soltarte un poco a la hora de hacerlos. Sole dice que mucho de esto le recuerda a la traducción para doblaje y confiesa que a veces actúa los diálogos para poner a prueba la naturalidad. ¡Amamos esta técnica!
Algo interesantísimo que nos cuentan las chicas es que esto se traduce para el mercado latinoamericano solamente, no están en España, ¿qué tal? Entonces, más allá del famoso neutro que se suele usar, también se permiten localismos o regionalismos de distintas partes de esta región si caben en la historia y si se entienden igual. Incluso, Lau cuenta de un caso que se tradujo a español argentino.
Si querés empezar a leer webcómics, las chicas recomiendan tirar la palabrita en Google y así encontrarán las 3 plataformas principales donde verlos (no pueden develar sus fuentes).
No te pierdas todo lo fascinante que tienen estas dos genias para contar, no solo porque está buenísimo, sino porque además lo hacen con tanto nerdismo y pasión que contagian.
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