Gracias a una nota de un periódico, nos enteramos de que existía una traductora argentina de noruego. No vive en Europa ni está remotamente cerca de Oslo. No, señores, la tenemos acá, en nuestras sierras de Córdoba y hoy nos acompaña de pantuflas, claro. Con ustedes, querides pantufleres, Mariana Windingland.
Mariana creció con una mamá bibliotecaria, por ende, rodeada de libros y curiosa por todas esas lenguas indescifrables que encontraba por ahí. Su papá era noruego, pero no fue él quien le enseñó el idioma, porque como explica Mariana, muchos inmigrantes no les pasaban a sus hijos su lengua materna.
El inglés la cautivó a través de la radio y fue aprendiendo sola este idioma echando mano a libros, diccionarios bilingües que le conseguía su mamá, un walkman donde escuchaba noticias de Londres antes de dormir, y cuando llegó el VHS, se dedicaba a mirar pelis, memorizar guiones y buscar lo que no sabía en el diccionario. Una hermosa nerd desde pequeña, ¿no?
A los 18 hizo un intercambio cultural en Suecia de un año donde aprendió sueco, perfeccionó el inglés y empezó a coquetear con el noruego con sus visitas al país vecino. Al volver a nuestro país, inició estudios en traducción en la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Córdoba, pero la ansiedad por tener la experiencia de vivir en un país anglófono la llevó a conseguir una beca del Amity Institute para enseñar español en Wisconsin, EE. UU. Después de la experiencia enseñando ELE, comenzó a estudiar francés en la Université Laval en Canadá. Cuando volvió a Buenos Aires, se involucró en distintos proyectos artísticos y así se dio cuenta que lo suyo iba por el lado del arte, más que de la traducción pública. También trabajó en subtitulado durante un tiempo, pero esa sensación de asignatura pendiente que le quedó con el noruego la empujó a emprender otra aventura: ¡se fue a vivir a Oslo! Allí tuvo la dicha de trabajar en el sector público interpretando distintos pares de lenguas, en festivales de teatro y en el sector de noticias de la corporación de radiodifusión estatal NRK. Después de unos años regresó a Córdoba, el lugar que eligió para tener y criar a sus hijes, y desde allí trabaja de manera remota en el sector editorial, más específicamente en la distribución de libros digitales. Paralelamente, ingresó al mundo de la traducción autoral noruego > español gracias al convite de EDUVIM, que la convocó para traducir dos obras teatrales contemporáneas en formato bilingüe. Luego llegó una serie de cuentos infantiles publicada por Niño, y recientemente una exitosa obra para la editorial mexicana Leetra que está pronta a publicarse. Todas las publicaciones fueron posibles gracias al apoyo NORLA (Norwegian Literature Abroad). Actualmente, está traduciendo dos ensayos de ciencias sociales para otras editoriales que saldrían el año que viene.
Mariana nos cuenta que las lenguas escandinavas en particular tienen poca llegada en el mundo. La literatura de esa región solía llegar al español desde otras traducciones existentes, principalmente del alemán y el inglés. En las últimas décadas, sin embargo, la situación comenzó a cambiar gracias al rol fundamental de las políticas públicas de internacionalización de la literatura.
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