A pedido de muchas pódcastescuchas en las encuestas que hicimos de las temporadas anteriores, finalmente pudimos juntarnos a charlar con Lucila Cordone.
Lucila es argentina y se especializa en traducción de textos literarios y de ciencias sociales para editoriales argentinas. Obtuvo su título de traductora de inglés en el Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” y, además, realizó estudios de posgrado en Traductología en la Universidad Nacional del Comahue.
En cuanto a sus comienzos en el ámbito literario, nos cuenta que se tomó 10 años para escribirle a una editora de la cual tenía el contacto. ¡Diez años! Parece una eternidad, ¿no? Aunque si pensamos en lo que cuesta juntar experiencia y confianza, es superentendible. Cuando Lucila encontró las palabras correctas para acercarse a esta editora, le escribió, tuvo que insistir un poco y finalmente logró que se le abrieran las puertas del mundillo de la traducción literaria del cual ahora forma parte.
Dice que el mercado literario no es difícil porque sí, sino que hay que entender que las editoriales hacen una inversión muy grande para traducir un material y quieren estar seguros de a quién se lo encargan. El traductor puede estar trabajando de 3 a 5 meses con un libro, y si después de todo ese tiempo de espera, el resultado no es óptimo, es una gran pérdida de tiempo y de dinero. Por otro lado, dice que con el tiempo se dio cuenta de que no todos los traductores son para todos los libros, que muchas veces uno no siente afinidad con el tema o el estilo del autor, y que si vas a pasar tanto tiempo con esa obra, es mejor que haya compatibilidad.
Lucila también es docente de Traducción Literaria en dos instituciones de renombre en Argentina, el Lenguas Vivas Sofía B. de Spangenberg, y el Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández. Además, ha dictado cursos para la Universidad de Nueva York, y ha coordinado talleres de traducción con escritores para el British Centre for Literary Translation (Universidad de East Anglia) y para el FILBA (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires). Próximamente, dictará el seminario de Traducción General en la Carrera de Especialización de Traducción Literaria en FFyL (UBA).
Como docente de futuros traductores, Lucila cuenta que en la formación tenemos una marcada tendencia a la perfección, a obsesionarnos con una coma, con una palabra, con lo “correcto”, porque está más orientada a la traducción técnica, pero la traducción literaria nos exige soltarnos un poco, ser un poquito más salvajes, “no ser tan buen alumno”, insiste Lucila.
Además de las diferencias obvias entre traducciones técnicas y traducciones literarias, Lucila agrega que cuando un traductor técnico entrega un trabajo, lo revisa de punta a punta para que quede impecable (¡me suena!). En cambio, en la traducción editorial, siempre hay un corrector que viene después y se ocupa de esas cosas.
Lucila dice que para traducir literatura tenés que poder escuchar la voz narrativa del autor y ser fiel a esa voz. Esto es algo que cuesta entender cuando uno está estudiando, “¿escuchar una voz?”, suena un poco loco. Por eso, desde hace unos años, en las clases de traducción literaria incorporaron ejercicios de escritura creativa.
En este sentido, y después de una grata experiencia en la Universidad de East Anglia, en 2011, Lucila creó y actualmente coordina una iniciativa muy interesante: la Escuela de Otoño de Traducción Literaria. Consiste en una semana de convivencia entre un grupo de traductores y el autor al que van a traducir. La coordinación requiere de tramitar subsidios, conseguir al autor que se preste a la experiencia, seleccionar a los participantes, armar actividades extra para esa semana, ¡toda una organización! La participación está abierta a cualquier traductor que se interese por hacerlo, y las organizadoras basan la selección en tres elementos: el CV, una prueba de traducción y una carta de intención. Nos cuenta Lucila que han participado personas de distintas partes de nuestro país y también de otros países de Latinoamérica. La actividad se realiza en las instalaciones del Lenguas Vivas JRF, durante la semana de jornadas profesionales de la Feria del Libro de Buenos Aires, así que pasar por la feria también es parte de toda la experiencia. ¡Suena espectacular!
Entre 2010 y 2018, Lucila formó parte de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI), para la cual creó la Comisión de Traducción para Editoriales y de Derechos de Autor, en cuyo marco coordina desde 2014 las Jornadas de Traducción Editorial en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, entre otras actividades.
En representación de la AATI ha trabajado activamente creando lazos de cooperación con instituciones nacionales e internacionales para la ejecución de proyectos vinculados a la traducción, y ha representado a la asociación en diversos encuentros en la Argentina y en el exterior.
Formó parte del primer proyecto de ley de apoyo a la traducción autoral, cuando un grupo de “4 traductores locos” decidió agitar un poco el avispero sobre algunas prácticas que eran moneda corriente entre editoriales y traductores, prácticas que no eran favorables para los nuestros, claro. Si bien el proceso de presentar una nueva ley es arduo, Lucila reflexiona sobre lo importante que fue hacer visibles ciertas problemáticas para que las cosas empezaran a cambiar.
En cuanto al mercado editorial, nos cuenta que en Argentina, después de la crisis del 2001, empezaron a surgir editoriales independientes, que todavía siguen surgiendo, y que son esas las editoriales que más traducen en Argentina. Un dato de color: algunas se animan a traducir a una variedad menos neutra y más cercana al rioplatense. Interesante, ¿no?
Pensando en el consejo profesional que se daría a ella misma en su juventud (que pueden aprovechar todos los que quieran seguir por este camino), ella se aconsejaría hacer más talleres literarios, leer más literatura traducida (bien traducida), leer más literatura latinoamericana. Todo eso que te dicen los profesores cuando estás estudiando traducción literaria: leé y escribí. Y por ahí ayudate con un vinito para soltarte
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