La serie televisiva Juego de tronos se ha convertido en un fenómeno mundial durante los últimos años y ya cuenta con una legión de fervientes seguidores. En el episodio de hoy, tenemos el lujo de entrevistar a Cristina Macía, quien se enamoró de la trama de George R. R. Martin mucho antes de que llegara a la pantalla. En sus manos estuvo la traducción al español de toda la saga Canción de Hielo y Fuego.
Ella nació en Madrid en 1965 e inició estudios de filosofía pura en la Universidad de Comillas antes de trasladarse a Barcelona, en 1985, para trabajar como traductora y coordinadora de publicaciones en una editorial. Durante los diez años siguientes también colaboró como traductora con otras editoriales, donde se centró sobre todo en géneros como la ciencia ficción, la fantasía y la novela negra, y también en el cómic. En 1995 empezó a publicar libros de gastronomía y siguió ejerciendo como traductora casi exclusivamente para la editorial Gigamesh, donde se encargó de la saga Canción de Hielo y Fuego, más conocida como Juego de tronos a raíz de la adaptación televisiva. En la actualidad dirige el certamen de ciencia ficción Celsius 232, en Asturias, y sigue colaborando con las editoriales Gigamesh y Círculo de Lectores.
Cristina nos cuenta que cuando el editor le ofreció la traducción del primer libro de la saga, su respuesta fue “No traduzco novelas y menos gordas, tío”. Por aquella época, Cristina había dejado de traducir novelas porque no le era muy rentable. De todas maneras, el editor insistió en que se lo llevara a casa y al menos le echara un vistazo. Esa misma noche comenzó la lectura y al día siguiente ya había vuelto a ser traductora literaria a tiempo completo.
En lo que respecta a la traducción de los libros, ella afirma que lo que más le gusta traducir son los banquetes y los diálogos “Los dardos verbales son los más divertidos para traducir” mientras que lo que menos le gusta son las descripciones de las batallas, ya que la aburren. Sabemos que se está preparando para la traducción de “Hold the door”, como bien podemos ver en la foto, pero confiesa que a lo que más miedo le tiene es a lo que se viene en el último tomo: las profecías de las que se ha estado hablando.
En cuanto a los desafíos que le presentó la saga en su totalidad, comenta que en aquellos tiempos hubiera dicho que la terminología era el mayor reto, dado que hay descripciones muy detalladas de castillos medievales, partes de las armaduras, los escudos, etc. Ahora que ya tiene controlado todo esto, afirma que la parte más complicada son las expectativas de los fanáticos. Ella entiende que genera mucha ansiedad y expectativa esperar a que salga el próximo libro y luego esperar la publicación de la traducción, pero “Si el autor se ha tirado siete u ocho años para escribir una novela, yo creo que merece ese texto que le tengamos un poco más de respeto cuando pase al castellano”. Como dice Marina “lo bueno se hace esperar”.
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