Los traductores pasan horas y horas sentados frente a la computadora. Los intérpretes trabajan frecuentemente en el reducido espacio de las cabinas de interpretación. La realidad es que nuestros cuerpos sufren mucho estas condiciones de trabajo y haciendo algunos cambios ergonómicos nuestra calidad de vida puede mejorar muchísimo. En este episodio entrevistamos a Daphne Consigliere, especialista en ergonomía.
Ella es traductora e intérprete graduada de la Escuela de Intérpretes y Traductores de Berlitz de Caracas, y licenciada en enfermería por la Universidad Central de Venezuela. Se especializa en los campos de medicina y minería, y tiene experiencia laboral en quirófano, ergonomía, salud y seguridad ocupacional, entre otros. Ha realizado talleres de interpretación de aspectos funcionales de salud ocupacional, de salud y seguridad ocupacional y de ergonomía en puestos de trabajo.
Hace 7 u 8 años, Daphne empezó a notar que la ergonomía no era un tema del que se hablara mucho en la profesión del traductor. Habiendo trabajado específicamente en salud ocupacional y ergonomía en puestos de trabajo, decidió comenzar a difundir sus conocimientos para ayudar a otros profesionales de la traducción. “¿Qué mejor trabajo para justamente aplicar los principios de la ergonomía?”, comenta ella.
Existen diversos cambios que se pueden hacer para mejorar nuestro entorno de trabajo y el modo en que trabajamos. Uno de ellos es disminuir el nivel de brillo del monitor. El brillo genera un efecto hipnotizante y hace que dejamos de parpadear, lo que ocasiona que los ojos se sequen y se irriten. Evitar el uso de fondos blancos también ayuda al descanso de los ojos. El cansancio de los brazos, la inflamación de tendones y las lesiones en las manos también es un aspecto a considerar. Daphne recomienda autoentrenarse para poder manejar el mouse con la mano derecha y la izquierda, para así luego poder dar descanso a nuestra mano hábil.
Si bien las características físicas de las personas son únicas y los muebles que se venden en el mercado son más bien estándares, lo importante es encontrar una posición cómoda. Podemos ayudarnos de un banquito para apoyar los pies o subir o bajar el asiento de acuerdo con nuestras necesidades. También es muy importante recordar movernos cada 45 minutos aproximadamente, levantarnos, estirarnos un poco y luego volver a trabajar. Esto ayuda muchísimo a la circulación de la sangre.
Una de las cuestiones en la que más hincapié hace Daphne es que si bien es útil aprender sobre ergonomía y cuáles son los trucos, lo más importante es estar siempre consciente de ello. Poner en práctica los consejos depende siempre de uno. Si sentimos dolor en la espalda o el cuello, difícilmente podamos concentrarnos en una traducción. El cerebro es muy hábil para bloquear aquello que nos molesta o distrae (la luz que se refleja en el monitor, los ruidos, etc.), pero la capacidad de concentración es menor e, inevitablemente, la productividad disminuye. “Uno no se da cuenta de lo tenso que está”. Al principio se debe hacer un esfuerzo consciente para que luego se convierta en un hábito.
En el caso de los intérpretes que trabajan en cabinas, ella sugiere observar el lugar previamente para ver cómo se puede estar más cómodos. Una opción es alternar entre interpretar un rato sentados y otro parados. Esto último ayuda a hablar con más prestancia. Es importante destacar que el nivel de tensión que manejan los intérpretes es mucho mayor que el de los traductores y que el cerebro del intérprete está mejor entrenado para bloquear aún más todas las distracciones.
Para cerrar, Daphne cree que en el futuro los avances tecnológicos y las herramientas que se están desarrollando harán que los traductores tengan posiblemente menos problemas que nosotros. Quizás hasta estén menos tiempo sentados. Tal vez, los problemas ergonómicos sean distintos de los que tenemos ahora.
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